Blog Héctor Cabrera

MI HERMANO STARGARDT




En apenas 20 años he creado un vínculo con mi discapacidad hasta el punto de considerarla como un hermano. He dicho y diré que me ha hecho más bien que mal y que hoy día debo agradecerle las cosas que me ha dado, más que recriminarle lo que me ha quitado.

 

Con tan solo 9 años es difícil, sobre todo para una madre, aceptar que un día , aunque sea bastante lejano, su hijo perdería la visión. Pero en mi caso mi única preocupación era si metía un balón por debajo de un banco del parque y meter gol. No obstante, el paso de los años me hizo madurar de manera drástica hasta el punto de aceptar totalmente mi futuro y redirigir mi camino.

 

Tan solo me hicieron falta un par de años para preguntarme que si mi enfermedad no tenia solución, qué hacíamos en mi casa preocupándonos de una próxima cura, en vez de divertirnos y ser felices. Con 11 años fue el momento de recapacitar y decirle a mi madre: “basta de médicos y posibles tratamientos, mi vida será como será pero por ahora no la quiero cambiar.”

 

Aunque la enfermedad haya avanzado poco en estos últimos años, he de explicar que el Stargardt provoca una degeneración macular y desarrolla una pérdida de visión por la parte central del ojo afectando a la claridad de nuestra vista y haciendo que nuestras miradas se desvíen haciendo que esta sea mejor por la periferia. Para tener una comparativa aproximada, es como si miráramos a través del cristal de una botella de Coca-Cola.

 

Es cierto que en muchas ocasiones la gente más adulta que tú puede que tenga muchas decisiones correctas, pero también es verdad que los puntos de vista diferentes pueden hacer que tus ojos miren otro camino y el mío cambió cuando conocí a mi “hermano” Stargardt…

 


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