A muchos de los deportistas que hoy en día estudiamos y a la vez hacemos el deporte que nos gusta y además al más alto nivel, nos consideran extraños y diferentes. Esto es una realidad que por desgracia sufrimos, aunque cada día seamos más.
Es difícil para los deportistas como yo, que entiendan nuestra situación. Muchas veces han visto nuestro deporte como un hobby y no como una profesión representativa de nuestro país. Y, desgraciadamente, nuestros éxitos deportivos fuera del país son el reflejo de este mismo. Por ello, vemos a países como Finlandia, Alemania o Gran Bretaña, con éxitos deportivos extraordinarios que provocan que la gente se contagie y aumente sus éxitos profesionales y personales. De hecho, podemos comprobar cómo estos países han aumentado su economía y han cambiado sus sistemas educativos para colocarlos alrededor del deporte.
En la situación que nos encontramos en España (en mi caso, han llegado a decirme que un Campeonato del Mundo es un hobby y que la representación de mi país fuera de él es opcional). Y que, al igual que yo hago un deporte profesional, otra persona puede tener un hijo y por ello mis faltas de asistencia a clase en una época competitiva no son justificables. Está situación indigna a cualquiera y más si eres deportista…
Por desgracia este panorama es muy común y para desgracia la mía. Porque a mí me ha ocurrido en una carrera que se supone que debe educar a través del deporte como es CAFE o lo que es igual, la antigua INEF.
Pero esta opinión no es general (menos mal). He de decir que esta situación ocurre en lugares muy concretos, aunque a los deportistas nos obliga a plantearnos si la posibilidad de estudiar mientras trabajamos en lo que nos gusta, es viable.
Pienso que la sociedad va cambiando y que poco a poco se irá haciendo un hueco en la educación el uso del deporte como transmisión de valores. Porque enseñamos a los mas jóvenes estos buenos hábitos, estos harán que los mayores cambien (por fin) su mentalidad.